ACADEMIA DE LAS CIENCIAS DE CALIFORNIA

ACADEMIA DE LAS CIENCIAS DE CALIFORNIA

La Academia de las Ciencias de California se considera actualmente el complejo museístico más “ecológico” del mundo, dado que es el mayor edificio público poseedor de la certificación LEED Platinum, la mayor puntuación que es posible obtener mediante el sistema LEED impulsado por el USGBC.

La Academia de las Ciencias de California era hasta hace unos años un museo científico de referencia, pero su contenido era acogido en una serie de edificios tan solo vagamente relacionados entre ellos, y correspondientes a un modo de construir ya obsoleto. Tras un terremoto que lo dañó en 1989, surgió la posibilidad de repensar todo el complejo con nuevos criterios. En septiembre de 2008, tras una reforma realizada a lo largo de 10 años, la California Academy of Sciences abrió sus puertas de nuevo, convertida en un espacio interconectado, con contenidos renovados, bajo un techo vivo que produce energía e integra el edificio en su entorno. Se dice que con esta renovación el Golden Gate Park ha ganado diversas hectáreas de verde, y sin duda el museo ha ganado visitantes de toda la región que vuelven a visitarlo, atraídos por una nueva apariencia y unos nuevos contenidos que reflejan los pasos que comienza a dar nuestra sociedad hacia una mayor conciencia ambiental global.

 

El museo más verde del mundo

La Academia de las Ciencias de California se considera actualmente el complejo museístico más “ecológico” del mundo, dado que es el mayor edificio público poseedor de la certificación LEED platino, la mayor puntuación que es posible obtener mediante el sistema LEED impulsado por el Green Building Council de Estados Unidos.

El edificio, diseñado por el arquitecto italiano Renzo Piano, acoge un acuario, un planetario (el más avanzado del mundo), un museo de historia natural, y en él se llevan a cabo programas de investigación y divulgación. En su estructura incluye toda una serie de elementos que hacen que el lema de la Academia –“Explorar, divulgar y proteger el  mundo”– encuentre un marco físico coherente para inspirar al gran público a contribuir en lo posible a conservar los recursos naturales y mantener la diversidad de la vida en la Tierra.

 

 Tecnologías y estrategias para un edificio ligero sobre el planeta

Diferentes características y sistemas del edificio permiten reducir el uso de energía y recursos, de modo que emplea de un 30 a un 35 % menos de energía que un edificio convencional con sus características, produce hasta un 10 % de la energía que consume, ahorra agua y crea nuevo hábitat para la flora y fauna locales. Obviamente, estas estrategias son comunicadas a los visitantes convenientemente mediante los materiales de exhibición correspondientes.

 

 Materiales de construcción reciclados y de baja huella

Más de un 90 % de los residuos de demolición de los antiguos edificios que conformaban la antigua Academia de las Ciencias fueron reciclados. Por ejemplo, se reciclaron en fábrica 12.000 toneladas de acero, se reutilizaron 9.000 toneladas de hormigón para la construcción de carreteras cercanas y 120 toneladas de desechos biodegradables se reciclaron in situ.  Como mínimo, un 50 % de la madera del renovado museo procede de bosques gestionados de manera sostenible y está certificada según los principios del Forest Stewardship Council. Para la totalidad del acero estructural del edificio se empleó acero reciclado, y el aislamiento de las paredes está realizado con ropa tejana reciclada (denim), un producto formado básicamente por algodón y con un 85 % de contenido reciclado post-industrial.

Todo el hormigón empleado en el edificio contiene un 30 % de cenizas (subproducto de las centrales térmicas de carbón) y un 20 % de escorias (producto residual de los procesos de fusión de metales), con lo que se habría evitado la emisión de más de 5.375 toneladas de carbono en su fabricación.

 

 Un “techo vivo”

La cubierta verde a la que se ha dado un nombre lleno de simbolismo se ha convertido en la imagen del nuevo museo. Pero también provee de aislamiento superior a todo el complejo, que se traduce sobre todo en un uso reducido de energía para aire acondicionado, al ser la cubierta la parte más expuesta al sol del verano. Esta cubierta verde también absorbe el agua de lluvia y evita así el desaprovechamiento de 13,6 millones de litros de agua en forma de escorrentía. La vegetación empleada en el techo vivo cubre 2,5 acres y está formada por nueve especies diferentes de plantas nativas de la región de California, que no necesitan irrigación artificial, con lo que el mantenimiento y aporte de recursos ajenos al sistema natural es mínimo o nulo. Las plantas y sus flores y bayas atraen a otras especies autóctonas (insectos, aves) y beneficiosas para el sistema. El techo vivo integra el edificio en el paisaje y es una atracción visitable del museo.

 

 Climatización, confort y ventilación y luz naturales

La calefacción la provee un sistema de suelo radiante que reduce de un 5 a un 10% las necesidades energéticas para calentar el espacio, combinado con el sistema de recuperación de calor del sistema de ventilación forzada. El mantenimiento de condiciones de humedad constante en diversas colecciones se realiza mediante sistemas de humidificación por osmosis inversa, que tienen un consumo energético un 95 % menor que el resto. La forma ondulante del techo permite la entrada de aire a la plaza central, que actúa ventilando de manera natural y no forzada los espacios expositivos a su alrededor. En lo alto de estas cúpulas o colinas, los lucernarios se abren o cierran automáticamente para dejar salir el aire caliente del interior.

También hay ventanas equipadas con motores que se abren o cierran automáticamente para permitir o no la entrada de aire fresco al edificio. En las oficinas del personal del museo se utilizan también ventanas de apertura manual. Todos los vidrios del edificio están pensados para reducir el aporte de calor exterior.

El 90 % de los espacios están bañados por la luz diurna y disponen de vistas al exterior, con lo que se evita un mayor uso de la luz artificial. Los lucernarios se sitúan de modo que hacen llegar la luz natural a las instalaciones que la necesitan especialmente, como la de la selva tropical y la del arrecife de coral. El edificio también está equipado con sensores de luz que regulan la luz artificial en función de la entrada de luz diurna.

 

 

Generación de energía y ahorro de recursos

A lo largo del perímetro del techo que protege todo el complejo, 60.000 células fotovoltaicas proporcionan casi 213.000 kWh de energía limpia cada año, aproximadamente un 10 % de las necesidades del museo. Se han empleado células multicristalinas de alta eficiencia (llegan a alcanzar un 20%).

Otros sistemas menos visibles pero que igualmente ayudan a generar energía son los grifos automáticos de los servicios: al fluir el agua, se mueve una pequeña turbina eléctrica que genera energía para cargar la batería que permite que el grifo funcione.

Todos los dispositivos son de ahorro de agua y se usa agua recuperada de la ciudad de San Francisco para los inodoros, con lo que se reduce el uso de agua potable para su conversión en agua residual en un 90 %. El agua salada para el acuario se bombea desde el cercano Océano Pacífico, minimizando el uso de agua potable para las instalaciones, cuya agua además se purifica con sistemas naturales y se recicla.

En cuanto a la reducción del impacto ambiental del transporte –en el que también la propia concepción del espacio urbano y de los edificios juega un papel nada desdeñable– la Academia de las Ciencias dispone de un parking seguro para bicicletas y de una estación de recarga para vehículos eléctricos. Los empleados son incentivados para que utilicen sistemas colectivos de transporte para ir a trabajar, y el 20 % de todos los materiales y productos empleados en el edificio habría sido manufacturado a menos de 500 millas, reduciendo las emisiones asociadas al transporte y apoyando la economía local.

Fuente:  terra.org